Ritos de introducción

En el lugar donde se pretende celebrar el Via Lucis se prepara el cirio pascual encendido, el Evangelio abierto en los relatos de la Resurrección y una composición de flores, símbolo de la vida.

Canto

P. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T. Amén.

P. La vida es un camino incesante. En este camino nosotros no estamos solos. El Resucitado nos ha prometido: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt. 28, 20). La vida debe ser un camino de continua resurrección. Estamos aquí reunidos, hermanos y hermanas, para tomar conciencia de nuestra vida como itinerario pascual con el Resucitado que ilumina nuestros pasos.
Un escriba dijo un día al Maestro: "Yo te seguiré dondequiera que tú vayas" (Mt. 8, 19).
Dondequiera: en el Calvario, a lo largo del Via Crucis; por las calles del mundo,a lo largo del Via Lucis. Descubriremos la Resurrección como fuente de la paz,como energía de la felicidad, como estímulo a la novedad de la historia. La sentiremos proclamada en el texto bíblico y ampliada en la actualización de nuestros días  que son los "días" de Dios.

Introducción a la oración

G. Vivir es caminar a lo largo del sendero del tiempo. El camino tiene algunas etapas. También el Resucitado, inmediatamente después del big bang del nuevo mundo, no se ha sentado en el trono imperial. Se ha puesto a caminar a lo largo de nuestras calles. Y su camino tiene catorce estaciones: es el Via Lucis, itinerario simétrico al Via Crucis. Recorreremos las catorce estaciones del Via Lucis. Para recordar sus etapas. Para proyectar las nuestras. La vida cristiana es efectivamente un testimoniar a Él, Cristo Resucitado. Y testimoniar significa imitar. Significa irradiar. Significa mostrar. Significa estimular a la acción. Con el lenguaje de los hechos, que es el más convincente.
Ser testigos del Resucitado significa realizar signos convincentes de vida plena: ser cada día más felices, más valientes, más laboriosos. Es decir, más jóvenes. Cualquiera que sea la edad.
La juventud es el Via Lucis. Es esperanza pascual. Es novedad del mundo.

P. Roguemos. Infunde en nosotros, oh Padre, tu Espíritu de luz, para que podamos penetrar en el misterio de la Pascua de tu Único Hijo, que marca el verdadero destino del hombre, que no es el fin de todo, sino la novedad de todo. Porque la última palabra es la tuya, oh Padre, que llevas a nosotros, tus hijos, de la muerte a la vida. Dónanos el Espíritu del Resucitado y danos la capacidad de amar. Así seremos testigos de su Pascua.

T. Amén.