Undecima Estación

El Resucitado le confía a los discípulos la misión universal

 

P. Te adoramos, oh Cristo resucitado, y te bendecimos.
T. Porque con tu Pascua has dado la vida al mundo.

1L. Del Evangelio según San Mateo (Mt 28,16-20)
Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."

2L. Un  encuentro, una  entrega
Ser llamado es un honor. Ser mandados es un deber. A cada convocatoria sucede una misión. ¡Y qué misión! Seréis precisamente míos. Haréis como yo he hecho. Seréis precisamente como yo.
"Id y haced a la gente discípulos." Siempre. Es una gran misión. Humanamente superior a las fuerzas del hombre, si se considera solamente sobre las espaldas del hombre, no es energía humana. Es sinergia divino-humana. "Yo estoy con vosotros", no tengáis miedo: el Resucitado es el Emmanuel permanente. Que no os tiemblen las piernas. Arrodillaos mejor y rogad: al Señor de la cosecha para ser trabajadores valientes y para que Él envíe los obreros. Las tareas son distintas. La misión es única, hacer propia la causa de Jesús, es decir por aquellos que Él ha vivido y se ha sacrificado. El reino de justicia, amor y paz. Id por todas partes, jóvenes misioneros de los jóvenes, en la familia, en la escuela, en la iglesia, por las calles, por las playas, en las discotecas, por las autopistas, por los caminos virtuales. Se debe dar la bella noticia que todos esperan, porque el corazón continúa también hoy buscando la felicidad, que es el eterno Amor.

T. Alégrate, Virgen Madre: Cristo ha resucitado. ¡Aleluya!

P. Roguemos. Jesús Resucitado, tu promesa llega consoladora: "Yo estoy con vosotros todos los días" (Mt. 28,20). Solos no somos capaces de llevar el mínimo peso con perseverancia. Mucho menos de soportar sobre nuestras espaldas el peso del mundo. Nosotros somos la debilidad, tú eres la fuerza. Nosotros somos la inconstancia, tú eres la perseverancia. Nosotros somos el temor, tú eres el coraje. Nosotros somos la tristeza, tú eres la felicidad. Nosotros somos la noche, tú eres la luz. Nosotros somos la parálisis, tú eres la Pascua.

T. Amén.


Canto